El euro superó el pasado 21 de octubre la cota psicológica de los 1,50 dólares. La última vez que la moneda europea alcanzó ese nivel contra el billete verde fue el 11 de agosto de 2008, cuando marcó un máximo de 1,5083. Y es que la divisa estadounidense está viviendo unos momentos delicados por su caída de cotización.
Según cifras de Bloomberg, el euro se ha apreciado un 6,19% contra el dólar en lo que va de año, y un 18,38% desde los mínimos anuales de febrero. Pero esto no queda aquí porque la debilidad del dólar no sólo se ha dejado notar contra el rival europeo.
En estos momentos existe mucha incertidumbre sobre cuál será la evolución de la cotización del dólar los próximos meses. Aunque en general, los analistas coinciden en apuntar a que su depreciación continuará. Los expertos han comentado que el euro llegará a cambiarse a 1,55 dólares en un periodo de tiempo de entre tres y seis meses.
La causa del descenso es la duda que existe en estos momento sobre si Estados Unidos se recuperará antes que la zona euro, en donde países como Alemania y Francia están dando importantes señales de reactivación. Las divergencias en los tipos de interés son otro de los motivos de la depreciación del dólar. En estos momentos, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), conserva el precio del dinero en el 0,25%, mientras que el Banco Central Europeo (BCE) los ha situado en el 1%. Además, en Estados Unidos las tasas seguirán más bajas por más tiempo porque la preocupación por la inflación es menor que en Europa, donde el BCE tiene el mandato expreso de mantener el aumento de los precios de consumo por debajo del 2%, por lo que estaría más dispuesto a subir tipos en cuanto haya amenazas inflacionistas.
La depreciación del dólar, unida a la apreciación del oro y a las declaraciones de China sobre la necesidad de sustituir al billete verde como moneda de reserva global, han vuelto a abrir el debate sobre las perspectivas de que el euro pueda remplazar al dólar como la moneda hegemónica global.
Los países de la eurozona y el Banco Central Europeo (BCE) se han declarado preocupados por la fortaleza del euro porque perjudica a los exportadores comunitarios y pone en riesgo la recuperación. El euro fuerte va a dañar a las exportaciones de la región, aunque algunos países como Alemania sufrirán menos debido al alto valor tecnológico de sus productos, mientras que otros como España se verán más afectados. Un euro fuerte ayuda a contener la inflación y abarata el precio del petróleo, pero en una situación como la actual, con presiones deflacionarias y demanda débil, una moneda fuerte podría socavar la incipiente recuperación en la zona euro.
Prácticamente la misma situación se puede vivir en Iberoamérica con la debilidad del dólar, que podría traer ventajas para las economías de la región, pero también serios inconvenientes. Las exportaciones iberoamericanas hacia Estados Unidos van a perder competitividad porque, además, las divisas latinas se están apreciando respecto al billete verde, lo que también provoca que las remesas en dólares que llegan de los inmigrantes valgan menos en la moneda local.
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